Los demonios que devoran al mundo

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Este es el secreto que el mundo guardó,

Perdido de inocencia, desventura y candor,

Bajo el canto de las sirenas vistas por Colón,  

Un viaje peregrino, sin búsqueda y sin razón.

Donde los hombres cantan al abismo,

Y ríe un leviatán,

Que con mirada picara,

Ve a los niños gimotear,

Ofreciendo promesas,

Desdichadas y reacias,

Como un soñador macabro,

Como un ave que no puede volar,

Cubriendo con sus alas, el completo mar,

                                 -Mar que con sangre se había de derramar-

Y que luego nos embriaga a todos,

Porque la fantasía es una idea,

Pero el realismo,

                        una verdad.

Las flores marchitan

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La noche perdió su esplendor,
El sol dejó de iluminar la mañana,
Y aún en las tardes,
                Cuando las aves cantaban, 
Me derrumbé en el sentimiento de lo triste,
Y se nubló la vista ante lo turbio.

            Lamento decir, que...

La vida dejó de ser tan vida, 
Y la flor dejó de ser tan flor.

Sin querer se marchitó,
Los acordes de aquellos días en esa bendita guitarra,
Dejaron de ser alegre música,
Pasaron a ser barata simpatía.

Aquella que atormenta los oídos,
Que atormentan la vigía.

De los nobles hombres,
De los corazones en agonía,
Que de manera imprevista,
Dejan de funcionar,
Y palpitando lentamente,
Se detienen.

A.J Bravo

Donde mis recuerdos gimotean

     Fuente de la imagen

Ese día,

Inmundo de melancolía,

Lloré como un desgraciado,

Porque la muerte me arrebató una vida.

Y quedé en aquel momento frustrado,

Porque desde entonces,

No habría nadie a quien narrarle mis poemas.

Ese día perdí una de mis razones,

Ese día perdí una de mis motivaciones,

Ese día perdí un ser querido,

Ese día perdí mucho más que suspiro.

Y las lágrimas cubrieron mi rostro,

Como un río encaminado,

Destinado a la resquebrajada lastima,

De lo que faltó por hacer,

Y de lo que también se hizo,

En muchos años,

                            O en tan poco tiempo.

A.J Bravo